*Se presentará en el Teatro Royal del Pedregal, ubicado en Anillo Periférico Sur 4363, Colonia Jardines de la Montaña, en la Ciudad de México, los jueves 6, 13, 20 y 27 de noviembre de 2025 a las 20:00 horas

*Los boletos están disponibles en taquilla y en las redes sociales oficiales del teatro.

En los confines de la locura y la luz, donde el arte y la desesperación se funden en un mismo trazo, regresa a los escenarios Mario Iván Martínez con Van Gogh, un girasol contra el mundo, una pieza unipersonal escrita y protagonizada por él mismo bajo la dirección de Luly Rede. Esta temporada 2025, el Teatro Royal del Pedregal será el escenario donde el actor mexicano encarne, con la profundidad y el rigor que lo caracterizan, a uno de los espíritus más inquietos y luminosos del arte moderno: Vincent van Gogh.

Van Gogh, un girasol contra el mundo se presentará en el Teatro Royal del Pedregal, ubicado en Anillo Periférico Sur 4363, Colonia Jardines de la Montaña, en la Ciudad de México, los jueves 6, 13, 20 y 27 de noviembre de 2025 a las 20:00 horas. Los boletos están disponibles en taquilla y en las redes sociales oficiales del teatro.

La obra es una travesía íntima por la mente de un genio que pintó la vida desde el abismo. Mario Iván se adentra en los últimos años del pintor neerlandés, desde su tormentosa relación con Paul Gauguin hasta el autoaislamiento en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy, donde los delirios y los recuerdos se confunden con los tonos vibrantes de sus lienzos. Desde esa celda —espacio de encierro y revelación—, Van Gogh desgrana su historia, revive sus amores, su fe quebrada, su hambre de trascendencia y la férrea hermandad con su hermano Theo, ese otro yo que lo sostuvo en la fragilidad y lo acompañó hasta el final.

Bajo la mirada de Luly Rede, directora de oficio refinado y sensibilidad profunda, Van Gogh, un girasol contra el mundo se convierte en un ejercicio de introspección escénica donde el dolor se transforma en belleza. Rede, cómplice de Martínez en proyectos como Diario de un loco —obra que le valió el Premio Metropolitano de Teatro al Mejor Espectáculo Unipersonal en 2024—, encamina esta puesta hacia la precisión emocional, el gesto mínimo y la catarsis poética. Su dirección sostiene el delicado equilibrio entre la intensidad de la interpretación y el lirismo del texto, logrando que la experiencia teatral trascienda la representación y se vuelva revelación.

El texto, escrito por el propio Martínez, combina rigor histórico y vuelo poético. Para construirlo, el actor viajó a Francia y los Países Bajos, donde respiró los paisajes de Provenza, recorrió la pensión de Auvers-sur-Oise —donde Van Gogh exhaló su último aliento— y observó de cerca el trazo en relieve del “impasto” en el Museo Van Gogh de Ámsterdam. En 2024, volvió a peregrinar hacia el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), frente al cuadro La noche estrellada, para reconciliarse con ese lienzo que Vincent consideró un fracaso y que hoy es un himno a la eternidad. “Tenía una deuda con esa pintura”, ha señalado el actor, quien convierte esa deuda en un homenaje profundo al espíritu creador que habita en la locura.

En escena, Martínez asume no sólo la piel de Van Gogh, sino también las voces que lo rodearon: Theo, su hermano y confidente; Johanna Bonger, su cuñada, encarnada en la voz grabada de Paula Comadurán, y figuras cruciales como la prostituta Clasina María Hoornik, el pintor Paul Gauguin y el doctor Théophile Peyron. Cada uno aparece y se desvanece como sombras del recuerdo, delineados con precisión para luego difuminarse en el caos de una mente que arde entre el arte y la desesperación.

La puesta en escena está acompañada por una selección musical de piezas de Ponce, Franck, Debussy, Revueltas, Villa-Lobos y otros compositores que, entre preludios, danzas y fugas, envuelven al espectador en una atmósfera sensorial de melancolía y redención. El resultado es un montaje que respira como una pintura viva: la luz se filtra como en los lienzos del holandés, el sonido late como su corazón inquieto, y la palabra se derrama como óleo sobre el alma.

Para Mario Iván Martínez, esta interpretación no sólo es un ejercicio actoral, sino una búsqueda espiritual. “Van Gogh encontró en el arte un orden frente al caos”, ha dicho en entrevistas. “Su vida fue un compendio de heridas, pero también de milagros. Convertir el dolor en color fue su manera de sobrevivir al mundo”. Esa esencia atraviesa cada gesto del actor, que construye a un Vincent más humano que mítico, más vulnerable que trágico, pero igual de genial.

 En esta temporada, el teatro se convierte en el taller de Saint-Rémy, el escenario en un lienzo y el espectador en testigo de una mente que pintó su dolor para entregarnos belleza. En cada palabra de Mario Iván Martínez, en cada dirección de Luly Rede, late la misma fuerza que movía el pincel de Vincent: la obstinación del arte frente al mundo.

Porque, como escribió el propio Van Gogh: “Tal vez esté pintando para gente que aún no nace.”

Deja una respuesta