Hay de mujeres a mujeres, no todas son educadas ni admirables, algunas son el sinónimo del respeto, y otras, el centro de las críticas. A propósito del reciente Día Internacional de la Mujer, en el caso de la Garci-Crespo contra la difunta Señorita Socorro Romero Sánchez, ambas mujeres son como el agua y el aceite.

La entrañable figura de Socorrito motiva a la admiración, el respeto. Conocer su historia de éxito y altruismo conmueve hasta al más indiferente. La ética y los valores de la Señorita es admirable. Su labor incansable de levantarse día a día a trabajar con ahínco; aún cuando sufría cáncer. Un par de días antes de morir, aún se le vio caminando por un centro comercial abasteciendo su despensa.

Por otro lado, la diputada Garci-Crespo deja mucho que desear con la imagen que ha mostrado desde que compitió por un puesto público. Más allá de juzgarla como la mala de la película. Lo cierto es que con ella aplica la sentencia: por sus acciones los conoceréis. Los delitos impunes de esta mujer causan mucha indignación, no sólo entre los tehuacaneros, también entre todo mexicano que conoce el caso

Buscar anular un testamento de una Señorita muy querida y respetada en Tehuacán, es una acción muy criticable. Respetar la última voluntad de las personas es indispensable. Todos nos merecemos respeto. Por eso es muy sencillo irrespetar y manipular información. Los muertos no se levantan a defenderse.

Socorrito jamás compartió la misma ideología ni principios con hoy diputada; por eso en vida, jamás compartieron tiempo juntas. Los lejanos lazos de sangre que compartían ambas mujeres, propiciaron que su relación fuera lejana. Ambas mujeres son como el agua y el aceite. Que nadie juzgue por juzgar, ahí están las acciones como pruebas.